La falla de Metro de este viernes 14 de Noviembre ha dejado al descubierto el frágil sistema de transporte de la ciudad de Santiago. Resulta incomprensible que después de siete años de implementado el Transantiago y cerca de USD 10.000 millones invertidos, el sistema de transporte público de nuestra capital siga siendo tan deficitario y no se tenga ninguna seguridad de que pueda asegurar un buen funcionamiento de la vida cotidiana de los habitantes de Santiago.
Metro es un víctima del Transantiago, pues la mala calidad de los servicios de buses unido a la integración tarifaria duplicaron en sólo un día la demanda de pasajeros de Metro, ello supuso operar a máxima capacidad continua no permitiendo ningún margen de error en la operación, ya que cualquier error, por pequeño y focalizado que sea en Metro, hace colapsar no sólo al transporte público, sino que a toda la ciudad.
Han sido los propios trabajadores de Metro quienes han denunciado como en el pasado Gobierno del Presidente Piñera se despidieron a 600 personas vinculadas a la mantención de Metro para externalizar esta labor, así Metro ya no tiene el control de una labor clave para su correcta operación: los criterios economicistas priviligiaron minimizar los costos con las consecuencias evidentes de no garantizar seguridad y calidad. Los resultados de esas políticas y particulares visiones para una empresa Estatal, y clave en la calidad de vida de los habitantes de Santiago, han dado muestras claras de su fracaso.
Por otra parte, los restantes modos de transporte público hoy no gozan de toda la prioridad que requieren. Las vías exclusivas y carriles bus son escasos. La prioridad en la programación de semáforos para la circulación de buses no existe y la carencia en infraestructura como paraderos, baños para conductores y otras necesidades siguen al debe en nuestra ciudad.
El sistema de transporte público debe ser la solución a la congestión vehicular, una respuesta que asegure movilidad sostenible y sustentable. Pero las políticas públicas en este sentido no siguen esa lógica, pues se invierte en construcción de autopistas urbanas y no se entrega el suficiente espacio vial a los buses, por el contrario, en una ciudad congestionada y contaminada por vehículos particulares cada vez se construye más infraestructura para estos, a pesar de que son el modo más ineficiente de transporte que existe, el más caro, más contaminante y congestionante. El negocio privado de las autopistas ha pesado más que la necesidad imperiosa de contar con un sistema de transporte público moderno, cómodo y económico.
El Partido Progresista cree en un Estado que es garante de derechos básicos, y en donde el transporte es parte de ellos. Para asegurar ello, se requiene de una política nacional de transporte y movilidad que coloque al Transporte Público como el eje estructurante de la movilidad de todas las ciudades de Chile, otorgando a estos modos la debida prioridad en vías que requiere y asegurando que las inversiones y mejoras futuras sean priorizadas en infraestructuras y tecnologías orientadas para los modos de transporte público por sobre el automóvil particular, para de esta manera mejorar la calidad y robustez del sistema de transporte público, garantizando así una movilidad sostenible y de calidad en el tiempo.
Es imperioso reestructurar el actual modelo del Transantiago, emigrando hacia una empresa estatal de transporte, la cual opere el sistema de manera integrada con Metro, incluyendo nuevos modos de transporte a implementar como el Tranvía, y sea esta emrpesa quien reciba el subsidio existente. Esta alternativa ha sido y es exitosa en la mayoría de las ciudades del mundo en donde existe un sistema de transporte público de calidad.
Modos de transporte como la bicicleta deben ser potenciados e incluidos dentro de las alternativas de solución, generando para ello los debidos planes de inversión y espacio necesario para su circulación en la vialidad.
Finalmente, creemos importante la cración de una Autoridad de Transporte Metropolitano que cuente con las atribuciones para coordinar y planificar la marcha del sistema de transporte a nivel regional. Hoy en día las acciones relacionadas con la puesta en marcha y mejora del transporte público están repartidas en numerosas entidades públicas, pasando desde municipios a ministerios, situación que afecta y complica la natural correcta operación del transporte público, por ello se debe reordenar la planificación de transporte a nivel estatal creando una nueva entidad que asuma este rol, la cual debe ser un organismo técnico – ciudadano y no estar a los arbitrios de los naturales cambios políticos en una democracia como la nuestra.
COMISIÓN DE TRANSPORTE – PARTIDO PROGRESISTA (PRO)