Progresistas: la generación de cambio

Progresistas: la generación de cambio

Jonatan Díaz Herrera
Secretario General Partido Progresista de Chile

Este año nos desafía el proceso constituyente, que busca llevar a cabo una profunda transformación de nuestra sociedad, poniendo fin a una constitución heredada de la dictadura de Pinochet y administrada por una transición pactada por la elite, cuyo objeto fue garantizar y conservar el modelo neoliberal.

El rasgo básico del modelo neoliberal es que reconvierte los derechos sociales en bienes de mercado y todas las relaciones sociales pasan a ser de intercambio mercantil, lo que está en contradicción con las dimensiones económicas, sociales, culturales y de derechos humanos que inspiran el progresismo.

Para esto debemos entender que los partidos tradicionales viven sus horas de mayor desprestigio y que la mayoría de las personas no milita, no está en política, pero la política lo define todo, y nuestro deber no solo será hacer las cosas bien, sino también recuperar la confianza de la gente. Esto implica no dar un solo paso atrás en la lucha contra la corrupción y la impunidad, imponer la dimensión ética de la política, como un estandarte del progresismo, porque no bastarán buenos discursos para convencer. Esa relación de confianza pasa por decir la verdad, por reconocer que somos políticos, no con discursos cosméticos que buscan solapar nuestra labor, somos políticos y somos militantes y queremos reivindicar la política al servicio de la gente, nos toca ofrecer seguridad, nos toca ofrecer garantías.

Nuestro horizonte debe ser la democratización social, ciudadana, política y económica del país, un espacio que permita alcanzar mayor igualdad social, protección al medio ambiente, crecimiento económico con bienestar, mayor integración y respeto por nuestros pueblos originarios, cohesión social, y regionalización de Chile y para ello necesitamos consolidar un instrumento político amplio con un contenido que emane de la más amplia participación.

Estos objetivos sólo se lograrán construyendo un nuevo ordenamiento político que nos aleje del esquema transicional que pactó con el poder económico, que trasladó la toma de decisiones a “la cocina” de unos pocos, aquella que administró el sistema neoliberal profundizando la concentración del poder y que llevaron al surgimiento de un sistema que reproduce prácticas corruptas y una relación obscena con el poder económico. La promesa de profundización democrática, mayor transparencia y gobierno inclusivo se dejaron de lado. El esquema transicional del poder no fue corregido.

La ciudadanía ha advertido este proceso y está recuperando su soberanía, por lo que se hace necesaria la construcción de una fuerza nueva que convoque actores y entidades políticas sociales, regionales, ecologistas, y en general quienes se identifiquen con el progresismo y compartan una visión crítica del modelo defendido por el añejo duopolio. La importante iniciativa de los y las progresistas ha sido vital en este ámbito, instancias como el Grupo de Puebla, la Fundación Progresa y el Foro Latinoamericano de Derechos Humanos ha abierto espacios de reflexión y acción progresista, lo que ha puesto a nuestro partido no como una “maquina electoral” sino como un motor que impulsa el progresismo en Chile y en Latinoamérica, que comprende y acepta la necesidad de combatir el neoliberalismo, como el cambio de conciencia social necesaria que antecede a la transformación social.

Todos los que estamos impulsando este nuevo progresismo, advertimos al poder de las promesas incumplidas e hicimos grandes esfuerzos por corregir el sistema. Es por eso que tenemos la fuerza moral para presentarnos ante el pueblo y proponer esta alternativa de revinculación con la ciudadanía. Aspiramos a inaugurar una nueva etapa de nuestra propia historia, con una nueva generación de cambios.

Creemos que el sistema político que nos rige carece de legitimidad de origen y se encuentra en buena medida capturado por el poder económico, por lo que debe ser sustituido mediante un proceso constituyente que concluya en un plebiscito que someta una nueva constitución al juicio del pueblo soberano, por eso hemos impulsado la unidad y el cambio, por eso hemos nutrido de contenido el “apruebo” desde la visión de un Chile Digno. El proceso constituyente no concluye con el plebiscito del 26 de abril, la victoria del “apruebo” inaugura el debate sobre los principios fundamentales que deben inspirar nuestra nueva constitución, debate del que, los y las progresistas seremos protagonistas.

Debemos reconocer que la lucha de la humanidad por crear un mundo mejor es la lucha por los derechos humanos, las desigualdades sociales existentes en Chile son inaceptables, estas deben ser disminuidas, con derechos del trabajo en la economía y una seria redistribución fiscal que permita el acceso universal a derechos económicos, sociales y culturales básicos, como la educación, pensiones, salud, el cuidado, la vivienda y el urbanismo.

Ya nadie puede discutir sobre el modelo económico, la tasa de interés que recibe el capital aumenta más rápido que el crecimiento de la economía del mundo, en otros términos, la concentración de la riqueza crece y los pueblos se endeudan, esta es la amenaza más grande de la democracia en el mundo porque esa misma concentración hoy se traduce en poder político y los gobiernos deben soportar el peso del lobby de las corporaciones transnacionales.

La destrucción de la naturaleza es inaceptable para las actuales y futuras generaciones y debe remediarse con una rápida transición a las energías renovables no convencionales, la reconstrucción y protección del patrimonio natural y la generación de servicios ambientales, junto a hacer realidad el hecho de que los recursos naturales pertenecen a todas y todos, y deben ser explotados de modo sustentable directamente por el Estado o por entidades bajo su control y su renta debe ser puesta al servicio de la colectividad.

La centralización de las decisiones públicas y privadas provoca una aguda desigualdad, la que debe remediarse con una fuerte democracia regional y local con autonomía y recursos propios para decidir las orientaciones del desarrollo territorial.

La discriminación de los pueblos originarios es una deuda histórica que debe corregirse con espacios efectivos de autonomía, así como también a discriminación de género, y más aún la violencia de género, en los ámbitos privado y público, es inaceptable y se debe disminuir apuntando a un vasto cambio cultural desde la niñez con reglas efectivas que castiguen la discriminación y la violencia y establezcan la igualdad de trato entre géneros en todos los ámbitos, del mismo modo que deben ser reconocidos los derechos de la diversidad sexual.

Hoy la derecha y las viejas mayorías representan un mundo común lejos de la ciudadanía, estas coaliciones están inmóviles frente a la corrupción porque se encuentran cooptados por el poder económico, han dejado que lo poderosos sigan abusando de las personas y han contado con un sistema a su servicio, que ha perpetuado un modelo que permitió que un grupo de poderosos comprara conciencias sin importar el color político.

Si bien reconocemos que la mayoría de los partidos tradicionales nacieron para defender a los más débiles, hoy se han alejado de su propósito y han traicionado a la ciudadanía, se han perdido en el camino y esperamos que algunos de aquellos militantes “puros y sinceros” puedan recuperar el control de partidos con tanta vocación e historia, ya hay algunos que han decidido dar la lucha desde dentro y ellos son tan necesarios como nosotros que hemos decido emprender la vía progresista.

Por eso apelamos al sentido de unidad y a la necesidad de converger entre quienes aspiramos legítimamente reemplazar al actual gobierno y reconquistar la confianza de la gente.

Compartimos la necesidad de conformar la unidad de las fuerzas transformadoras, pero no solo con el objetivo de convertirnos en una alianza electoral, sino que aspiramos a construir un programa común para el país que queremos, como expresión amplia de las aspiraciones ciudadanas más diversas, esta definición política se ve impulsada por una dimensión estratégica, un momento político que no solo nos permite sino que nos obliga a confluir en un espacio político común a todas las fuerzas transformadoras de la sociedad, la unidad progresista es una tarea inconclusa pero urgente, nuestro partido ha sido y será un factor de unidad.

El esfuerzo de reunir a las izquierdas y fuerzas transformadoras no es un esfuerzo nuevo, muchas veces se ha intentado y muchas veces se ha fracasado, esos fracasos tienen todo el sentido cuando el modelo electoral invisibilizaba a toda una fuerza política, ahí donde otros fracasaron nosotros triunfaremos, porque ciertamente tendremos resultados electorales favorables y con proyección de crecimiento, que nos permitirá ser una alternativa de gobierno para Chile.

Si llegaste hasta acá, es porque las ideas Progresistas te conmueven. ¡Súmate como militante a la fuerza de cambio!

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