1- El Partido Progresista de Chile saluda el creciente consenso de los partidos democráticos en torno al imperativo de transitar a una Nueva Constitución a través de los caminos participativos del Plebiscito y la Asamblea Constituyente. No tenemos duda alguna de que ello ha sido posible por la enorme fuerza con que la ciudadanía se ha expresado en las calles a lo largo de Chile, derrotando las vacilaciones y los conservadurismo. Nadie puede atribuirse su autoría, pues la ciudadanía es la protagonista principal de este ciclo histórico.
Ello ha dejado un costo de enorme magnitud en materia de violaciones a los derechos humanos, que no pueden quedar impunes y deben ser sancionados conforme a las normas del Derecho Internacional.
2- Los hombres y mujeres del Partido Progresista hemos luchado desde siempre por el propósito de una Asamblea Constituyente y una nueva Constitución, hemos contribuido ahora a este esfuerzo de convergencia y seguiremos trabajando en esa dirección, con la voluntad de restituir plenamente la soberanía al pueblo y transitar a un Chile de democracia, justicia plena y derechos sociales.
3- Desde la derecha y su gobierno pretendieron instalar la idea, primero, de que el cambio de la Constitución no era necesario, que no era una demanda ciudadana, que a lo más se podían considerar nuevas reformas a la Constitución existente. Luego, hablaron de nueva Constitución a través de un “congreso constituyente”. Como es público y notorio, la ciudadanía ha demandado en las calles y cabildos una nueva Constitución y un camino democrático y participativo para su elaboración. Todos los estudios de opinión pública coinciden en mostrar, por otro lado, que es abrumador el respaldo a una nueva Carta Fundamental y el camino de la Asamblea Constituyente, así como el rechazo a los intentos de reponer los acuerdos por arriba y entre cuatro paredes. La exitosa Huelga General hoy en curso es una nueva demostración de la voluntad de luchar hasta el final por cambios de fondo en el país.
4- El actual ciclo de movilización ciudadana tiene una envergadura histórica, precisamente porque ha configurado un momento constituyente. Más allá de los obstáculos que los conservadores han pretendido ir instalando, y más allá de la represión de la protesta ciudadana y del propósito de criminalizarla, es evidente que el proceso constituyente está en marcha. Es la hora, entonces, que los actores políticos democráticos se pongan al servicio de los movimientos sociales y del desafío de abrir los cauces para que la soberanía popular se exprese.
