Al conmemorarse un año más de aquel día en que un puñado de ciudadanos medios cuerdos, logramos la tarea de legalizar por primera vez el partido progresista, para lograr el objetivo propuesto por el aquel entonces presidente Nacional del recién naciente partido progresista, Marco Enriquez-Ominami, me permito unos minutos para realizar una reflexión y poder compartirla con nuestra militancia, pero principalmente al ciudadano no votante, que hoy mas que desenfadado y decepcionado, cae en el conformismo y construye muros de individualismo hacia una sociedad cada día más violenta y selvática.
Ayer, a siete años de haber negado y contradecir mi visión de los partidos políticos, la mas oscura y putrefacta visión que tiene todo aquel que paga cuestas para asomar la nariz por sobre el fango. Siento el orgullo de haberme sumado a un proceso de transformación que en Chile ha logrado generar, en un país tan pequeño como este, soldados a regañadientes por la cordillera en su columna vertebral, a nuestros hermanos de todo el barrio. Ese proceso que fue a punta de lo que hoy carece nuestra sociedad como es la convicción, esa mezquina idea de querer un país que teniendo diferencias, viviendo distintas realidades, podemos vivir juntos, con un piso de valores mínimos que garantice un buen vivir de todos y cada uno con cinco pilares fundamentales: Salud, Educación, Vivienda, Pensiones y Transporte.
Hoy, cada día veo mas vigente nuestra lucha y el liderazgo de Marco Enriquez , mas coincidente con las necesidades de la gente.
El 19 de Julio de 2010 se dió inicio a la gran épica que hoy, orgullosamente, replican colectividades políticas que aspiran legítimamente a ser escuchadas junto a nosotros, por un país mas integrado, fraterno y empático.
Hoy los progresistas celebramos nuevamente la convicción y entereza de luchar por ideas para un Chile del siglo XXI.