Matías Conejeros
La concentración de portadas y columnas en contra de Marco Enríquez, en el último tiempo, dan cuenta de una estrategia consensuada y sistemática para debilitar su imagen.
Pese a un despliegue comunicacional quizás nunca antes visto en democracia, Marco Enríquez sólo baja 9 puntos en la última encuesta CEP, al mismo tiempo que Ricardo Lagos, el principal rival dentro de la centroizquierda, paradójicamente baja 5 puntos en medio de esfuerzos por instalarlo como carta presidencial de la Nueva Mayoría. Todo indica que el asesinato de imagen ya no fue posible, y que los esfuerzos por arrinconarlo no se traducen en crecimiento de su propio candidato, incluso todo lo contrario.
Desde julio a la fecha, el vespertino La Segunda, ha puesto en portada al menos 8 veces a Marco relacionándolo con el caso SQM. Esto ocurría en el mismo periodo en que se conocían de distintas fuentes y en distintos formatos, irregularidades en pagos a las empresas de Sebastián Piñera. La Segunda no dedicó ni una sola portada a estos hechos.
Tras conocerse la CEP, Carlos Peña y Eugenio Tironi se apresuraron en dar sentencia a ME- O a través de los principales medios escritos de este país, al mismo tiempo que hacían vista gorda a los hechos de que su candidato, Ricardo Lagos, no responde a las técnicas de reanimación que llevan meses aplicándole y que quien le debe al país todo tipo de explicaciones no es ME-O, sino quien ya fue presidente y va por el segundo plato sin hacerse cargo de tener a medio gabinete involucrado en escándalos que van desde la Ley de Pesca hasta el Cartel del Confort.
Es evidente que La Segunda, Peña y Tironi, son parte de una misma agenda. Para ellos el ballotage ideal es entre Piñera y Lagos. Cualquiera sea el ganador, sus actividades comerciales y sus visiones sobre la sociedad y el mercado salen ganadoras. Son la voz de la elite, lanzando instrucciones desde lo alto, sin darse cuenta que el chileno cambió.
Los canales de televisión y sus noticiarios bajan sus audiencias, son cada vez menos relevantes. Los medios impresos van mutando, convirtiéndose en medios digitales y audiovisuales, cada vez más dependientes de las Redes Sociales para llegar a sus públicos. Al mismo tiempo los chilenos, desde el caso La Polar, van cada día desconfiando más de los mensajes enviados desde la elite. Las encuestas, las mismas que intentan utilizar como dardos, no pueden evitar mostrar que la idea de la Asamblea Constituyente crece constantemente, como muestra de que los chilenos ya no están para iluminados ni historia oficial. El chileno al que Tironi acostumbra manipular desde sus asesorías se le ha vuelto impreciso. El chileno al que Peña alecciona desde la educación privada, se le rebela en forma de educación pública y parlamentos estudiantiles.
Es por esto que el intento de asesinato de imagen a Marco Enríquez-Ominami se frustró. Mientras más munición lanza la elite, más evidente es para el nuevo chileno quien lo representa y quién no.