Columna | La Nueva Independencia de Chile

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Cristián Mora
Consejero Regional Progresista de la Región del Maule

Cierto es, que la discusión política y ciudadana se ha enfocado en el proceso constituyente escribe su primera página en el Plebiscito del 25 de Octubre. Sin embargo, la crisis sanitaria provocada por la Pandemia, ha centrado la polémica en la nebulosa de la incertidumbre. Esto es, si es pertinente la realización de un evento de alta convocatoria arriesgando a la ciudadanía a focos de contagio y, posiblemente, un rebrote. Como se han percatado, gran parte de estos argumentos responden a un sector de la clase política que, históricamente, se ha resistido a validar la participación de la ciudadanía en las decisiones de su propio progreso.

Por lo anterior, para zanjar toda duda al respecto, el Parlamento aprobó hace algunas semanas la ley “Plebiscito Seguro”, con un apoyo político transversal. Esta reforma Constitucional entregará nuevas facultades al Servel con el fin de garantizar que el proceso sea seguro respecto al contexto de pandemia. Es decir, en ningún caso, las medidas sanitarias de carácter general podrán afectar la realización del plebiscito a nivel nacional, regional y comunal. Es impostergable.

La importancia de este proceso no solo es político, en esencia, es social e histórico. Es político, porque el proceso se sustenta en pilares institucionales y, sobre todo, porque las decisiones de nuestros mandatados nos influyen directamente en todas las áreas de la vida como ciudadanos. Es Social, porque todas las conquistas obtenidas desde el siglo XX hasta nuestros días le pertenecen a las movilizaciones que, desde la calle, han construido las fuerzas sociales que siguen empujando los límites de lo posible para reivindicar la dignidad postergada en 200 años de vida Republicana. Es histórico, simplemente porque es la primera vez que las y los ciudadanos ejercemos nuestro derecho a decidir, como también la oportunidad de protagonizar la redacción del nuevo Texto Constitucional a través del órgano de la Convención Constitucional. Integrada por 155 delegados constituyentes, donde la totalidad de sus integrantes serán electos popularmente. Concediendo la posibilidad para que personas, de todas las áreas del quehacer de la Sociedad, puedan postularse.

Lo anterior se destaca con relieve propio en comparación a los procesos de las últimas 3 Cartas Fundamentales. En la Constitución de 1833, su redacción estuvo a cargo de 7 integrantes con el patrocinio del personalista Diego Portales. En 1925, Arturo Alessandri designó una comisión de 15 integrantes para elaborar el texto constitucional dando la espalda a su “querida Chusma” como él “cariñosamente” se refería a la ciudadanía. Y llegamos a la del 1980, para que entrar en detalles. Existen patrones en común que las caracterizan. Primero, todas fueron redactadas desde la elite Política y/o Militar. Segundo, su origen estuvo siempre relacionado a períodos oscuros de elaboración. Por último, siempre estuvo la exclusión del pueblo o ciudadanía en la decisión y elaboración de las Cartas Constitucionales. Por eso, la importancia del protagonismo ciudadano en octubre próximo.

No es sólo el plebiscito como tampoco una Nueva Constitución, es la simbólica redacción de una Nueva Independencia de Chile escrita desde la memoria de generaciones pasadas y el futuro de las nuevas. Es la ruptura de una lógica Histórica impuesta y excluyente, donde hoy nos cabe la responsabilidad de ejercer nuestro poder Constituyente que nace y termina en nosotros. Somos la Nueva Independencia de Chile.

Si llegaste hasta acá, es porque las ideas Progresistas te conmueven. ¡Súmate como militante a la fuerza de cambio!

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