[Columna] El retorno de los Pipiolos

[Columna] El retorno de los Pipiolos

Cristián Mora Parra
Consejero Región Maule
Estudiante de Derecho

Nuestra Historia Republicana Constitucional, al igual que otros países vecinos y continentales, se ha forjado por la convicción de líderes militares y políticos criollos (nacidos en América pero de origen europeo). Pero, también, fueron parte de esta construcción institucional los héroes anónimos que, la historia oficial, les ubica en segundo plano de importancia pero su trascendencia fue clave en la conquista de nuestra independencia y los procesos constitucionales futuros.

Los Pipiolos (apodados, despectivamente, por los conservadores en relación al grito de pio pio con que los pollos piden su grano) surgen posterior a la abdicación de O’higgins en 1823, fueron los inspiradores de los principios republicanos de la Libertad, Igualdad y Fraternidad . De espíritu libre y reformista, se pronunciaron a favor de una república libre, verdadera e independiente. Amigos de la Libertad y la reforma de las leyes.

El principal líder de los pipiolos durante la época de la construcción de la República, fué Ramón Freire quien en su participación como militar en la Guerra por la Independencia ,a diferencia de O’higgins y Carrera, protagonizó la mayoría de las victorias en donde participó.

En su ámbito político, Director Supremo (1823-1826) y como Presidente de la República (1827), impulsó el primer Proceso Constituyente y democratizó su ejercicio. Consiguiendo la promulgación de la Constitución Liberal de 1828, el pilar de la arquitectura constitucional y política Chilena. Siendo las posteriores Cartas de 1833,1925 y 1980 reformas de ésta (tema que se analizará en profundidad para una próxima columna).

Fueron quienes iniciaron el primer Proceso Constituyente de nuestra Historia, aún cuando los conservadores obstaculizaran su desarrollo, se logró dictar soberanamente la primera Carta Magna acordada por el movimiento social ciudadano cuya característica esencial fue la autonomía del movimiento ciudadano, siendo mayoritariamente liberal- pipiolo.

Al respecto, es inevitable realizar una comparación de aquel proceso y el que participamos en Octubre pasado. Guardando las proporciones propias de las distintas épocas en participación electoral y los requisitos electorales. Nuestra República experimenta su tercer proceso Constituyente desde su nacimiento.

El primero, en 1823, que redactó la Constitución Liberal de 1828 y, posteriormente, la Asamblea Constituyente de Asalariados e Intelectuales autoconvocada y con plena autonomía integrada ésta por trabajadores, profesores, estudiantes, etc. Sin embargo, Alessandri en su afán de crear confianzas y acuerdos nunca convocó a la asamblea. Redactando a través de comisiones, con su borrador bajo el brazo, la Constitución de 1925. Nuevamente, la espalda a la ciudadanía.

El Plebiscito Constitucional que convocó la Ciudadanía a decidir por una Nueva Carta Fundamental y, lo más importante, definir el mecanismo y/o integrantes que la redactará. Donde el 79% de las y los electores aprobó una Nueva Constitución, siendo la Convención Constitucional la vía para su elaboración. Consiguiendo la mayor participación electoral desde que se implementó el voto voluntario, con un 50,9% del total de ciudadanos inscritos para votar.

Datos y cifras que denotan el despertar de la Sociedad ante la desigualdad, exclusión, discriminación versus la concentración de los privilegios, colusiones, especulación indignante y una justicia ciega, sorda y muda para las elites que desde la época Colonial deciden por nosotros. Y ese despertar, consolida el retorno de los pipiolos. Que nos pronunciamos para una Nueva Constitución pero también para firmar la Nueva Independencia de Chile.

La elección de las y los Constituyentes debe responder al reflejo de las virtudes morales y éticas que gran parte de la clase política carece. Candidatos Independientes deben serlo y parecerlo, de forma y fondo, leales al bien común y fieles al interés superior ciudadano.

Somos los nuevos Pipiolos, inspirados por los procesos políticos y sociales de nuestra danza histórica, no somos una clase. Somos la conciencia, la dignidad y el bienestar de nuestro futuro. Somos los mandatarios y el poder reside en nosotros, los nuevos Pipiolos.

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