COLUMNA | El orgullo de ser Progresistas

por Camilo Lagos
Presidente Progresistas.

Los primeros meses de 2010 auguraban tiempos difíciles para las fuerzas progresistas y transformadoras en nuestro país. Por primera vez, después de 40 años, la derecha volvía a La Moneda, y lo hacía de la mano del empresario especulador Sebastián Piñera. La Concertación, fagocitada y anquilosada, le entregaba la banda presidencial a la coalición con la cual terminó acostumbrándose a cogobernar y –como suele pasar con los reaccionarios– te toman la mano y terminan comiéndote la cabeza.

El progresismo había emergido con fuerza en las elecciones presidenciales del año anterior de la mano del liderazgo de un joven parlamentario de 35 años, Marco Enríquez-Ominami, quien con coraje y audacia fue capaz de instalar un discurso de renovación y ruptura que cambió la política chilena: rompió la camisa de fuerza que significaba el duopolio, instaló el debate de la renovación y democratización del sistema político, y dictó un decálogo programático que en un par de años terminó instalándose como sentido común de las grandes mayorías de nuestro país. Entre sus puntos incluía el fin sistema binominal, primarias obligatorias, cambio de la Constitución, derechos sociales garantizados, fin a las AFP, educación pública gratuita, derechos reproductivos de las mujeres y recuperación de los recursos naturales, entre otros, abordados sin dogmatismos y con evidente frescura discursiva.

De aquella elección, y “capitaneados” por Marco, varias decenas de mujeres y hombres, jóvenes y viejos, tomamos la decisión de bajar de la galería y entrar a la dura y difícil cancha manejada por el duopolio político, formando y legalizando un instrumento político para impulsar las ideas y debates que habíamos logrado instalar en las elecciones presidenciales de 2009: el Partido Progresista (PRO).

El PRO comenzó el difícil proceso de legalización en julio de 2010. Recordemos que, en aquellos años, las condiciones para la legalización de un nuevo partido eran prácticamente imposibles de cumplir con una Ley de Partidos Políticos heredada de la dictadura (hasta hoy, incluso, sus fundamentos se mantienen intactos), la cual tiene el claro sello del dictador y su odio a la existencia de los partidos políticos. De hecho, después de la ola democrática que significó el fin de la dictadura y el retorno a la democracia, desde los primeros años de los 90 ningún partido había logrado legalizarse en todo el país, salvo el PRI, que fue la escisión de un tercio de la DC, con diputados, senadores, alcaldes y concejales.

El progresismo, sin alcaldes ni concejales, ni diputados ni senadores, sin abuso de puestos de gobierno, sin medios de comunicación afines, solo con la esperanza y apoyo de miles de chilenas y chilenos, se lanzó a las calles para legalizar el PRO. El 19 de julio de 2011 lográbamos legalizar las primeras cuatro regiones (Arica y Parinacota, Tarapacá, Antofagasta y la Región Metropolitana), constituyéndonos legalmente como partido. Tardarían dos años más para que, en julio de 2013, con la región de Los Ríos, termináramos de inscribirnos en las 15 regiones del país.

El andar del progresismo estos siete años ha sido intenso. Llegamos a la política para –con audacia y coraje– enfrentar las ideas y prácticas conservadoras hegemónicas en nuestra sociedad, impulsando transformaciones para hacer de Chile un país más libre e igualitario.

Entramos a la política cambiando las prácticas desde un inicio:

Sometimos nuestro nombre a elección. Cerca de 12.000 progresistas votaron por internet o en plazas por el nombre de nuestro partido. Establecimos cuotas obligatorias de mujeres, jóvenes y pueblos originarios en todos nuestros órganos de dirección. Transformamos los viejos y oscuros tribunales supremos es espacios promotores de la democracia, probidad y transparencia interna. El PRO+Democracia lo llamamos.

Decidimos que antes de establecer categorías ideológicas vacías de contenido, serían nuestras propuestas las que dibujarían nuestra visión de la sociedad, y hemos sido por lejos el partido político que más propuestas ha hecho en los últimos años. Más de siete libros hemos lanzado con propuestas e ideas programáticas. ¿Qué partido político ha publicado tal número de libros y visiones de país? “Por un Nuevo Chile”, por ejemplo, es un libro que por sí solo recoge miles de propuestas ciudadanas recogidas en debates públicos, y que explican por qué el progresismo ha sido siempre vanguardia a la hora de hablar de ideas y propuestas para Chile. Son cientos los seminarios y talleres programáticos organizados por nuestra Fundación Progresa o por el mismo PRO en estos años. Nos orgullecemos de que en 2013 y 2017 nuestra campaña presidencial –de la mano de Marco– haya sido elogiada por la calidad, profundidad y novedad de sus ideas programáticas.

Abrimos las puertas de la participación política a la gente común y corriente. Invitamos e incentivamos a todos quienes hicieran suyas las ideas progresistas a ser candidatos. Más de 3.000 candidatas y candidatos progresistas hemos llevado en las elecciones municipales y parlamentarias de 2012, 2013, 2016 y 2017. Gente de pueblo, sencilla, “ciudadanos de a pie”, a los cuales el PRO les ha abierto la posibilidad de ser representantes ellos mismos de sus propios vecinos.

Toda esta energía nueva y nuestro espíritu desafiante tendría una brutal respuesta desde la elite empresarial, política y comunicacional. A principios de 2015, Marco casi triplicaba en las encuestas a Piñera, y el PRO se perfilaba como la fuerza nueva emergente. Las fuerzas reaccionarias aprovecharían el caso del financiamiento ilegal a la política para llevarnos al lodo y desatar –de manera nunca vista en nuestro país– una campaña comunicacional y judicial contra un liderazgo presidencial como el de Marco y su partido.

Acusaciones burdas y carentes de fundamentos se fueron diseñando hasta el día de hoy para golpear sistemáticamente al progresismo y a Marco. Con despliegue comunicacional y sin ningún decoro, con amparo de mañosas excusas jurídicas, fiscales y medios comunicacionales al servicio de los poderosos fueron aprovechándose de un escenario de necesaria impugnación al sistema político para arrastrarnos y debilitar el perfilamiento del progresismo y en particular de Marco, como alternativa política al duopolio político y empresarial.

Pero como nunca –y quizás por la misma esencia de nuestro origen– los progresistas resistimos y resistiremos a ese embate de la derecha. Contra todo, contra formalizaciones a tres días de las elecciones municipales, contra más de una veintena de titulares falsos e insidiosos, contra programas y titulares de noticias, contra fiscales que abusan del poder que les da su rol y con inquina han investigado sin encontrar ninguna prueba real que valide las falsas acusaciones que se han intentado levantar, contra todo ello, hemos perseverado y seguido creciendo.

Los progresistas hemos siempre actuado con total y absoluta decencia. Usamos todos los espacios que la ley pinochetista daba para la acción política, pero siempre levantando con claridad y firmeza las banderas progresistas. Jamás nadie podrá acusarnos de algún acto de corrupción. Sin haber sido nunca funcionarios públicos se nos intenta achacar acusaciones fuera de todo fundamento legal y ético. Jamás Marco ni los progresistas hemos usado los espacios políticos para beneficio personal. Muy por el contrario. Entonces, ¿de qué se nos acusa? De nada, nada, salvo ser inmanejables e incontrolables por los poderosos.

A siete años de nuestra fundación, estamos orgullosos del camino recorrido. Estamos orgullosos de nuestros liderazgos. Estamos orgullosos de Marco. Estamos convencidos de que, para Chile, para avanzar en igualdad y desarrollo, la alternativa es y seguirá siendo el progresismo. Estamos convencidos de que solo la más amplia unidad de las fuerzas progresistas y de izquierda podrá detener el avance de las fuerzas neoconservadoras que intentan echar pie atrás en las importantes reformas que nuestro país ha avanzado. Por lo mismo, con absoluta convicción, hemos y seguiremos trabajando en la unidad y confluencia política de las fuerzas progresistas, en un solo y único Partido Progresista, para desde este espacio unitario, reunir y congregar a las todas las fuerzas de izquierda y centroizquierda en una amplia alianza de unidad a favor de los cambios. Si hay alguna premisa que los progresistas asumimos para esta generación es el que estamos convocados a construir puentes y derribar muros. No serán jamás de progresista los vetos ni los sectarismos.

A siete años de nuestro nacimiento, el PROgresismo puede decir con orgullo que ha cumplido con el desafío de cambiar la política en Chile. Que bajo las banderas progresistas emergen liderazgos nuevos, populares e innovadores, como el de nuestra diputada popular Marisela Santibáñez. Que trabaja por la convergencia y unidad del mundo progresista, como el encuentro con nuestro Senador Alejandro Navarro. Que seguirá impulsando una agenda de transformaciones profundas y necesarias para Chile, desde la mayor amplitud y encuentro con la izquierda y la centro izquierda. Que seguirá abrazando las banderas de la integración y el latinoamericanismo. Y que, frente a los ataques de la derecha y el conservadurismo, seguirá firme en su andar. Nos hemos hecho cada vez más fuertes y convencidos, y ese valor, en política, siempre, los pueblos lo premian y valoran.

Si llegaste hasta acá, es porque las ideas Progresistas te conmueven. ¡Súmate como militante a la fuerza de cambio!

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