Carta abierta a El Desconcierto

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Tengo más de 20 años de carrera comunicacional, mezclada con mi militancia internacionalista de izquierda. Nací profesionalmente con la llegada del internet, y desde entonces lo he utilizado como una de las principales formas de “bypasear” a los grandes monopolios comunicacionales. Después, con la llegada de las redes sociales, el mundo de la comunicación política se puso patas arriba. La voz del electorado se hizo más importante que la de los políticos, y las empresas de comunicación comenzaron a ser fácilmente cuestionadas por sus mentiras. Inclusive, puedo atreverme a afirmar que el gran beneficiado de las redes sociales fue el progresismo latinoamericano, quien conoció una potente capacidad de vencer elecciones libres y democráticas.

La lógica caótica de la información descentralizada, producida por los ciudadanos, sin jerarquías, sin editores, permitió crear fisuras en el dique de contención de la realidad, inventada por medios como El Mercurio, La Tercera o Chilevisión, en el caso chileno.

La derecha conservadora, así como sus cancerberos comunicacionales, demoraron una década en contener la avalancha progresista que arrasaba en elecciones por América Latina. La hipervelocidad de la pos verdad se instalaba en la web 2.0, desnudada por Assange, Snowden y Manning.

En mi trabajo como consultor en comunicación política he visto la gran operación política de los medios de comunicación para favorecer políticos y candidatos de su interés. En este caso, El Desconcierto, del que me decían ser progresista, realizó una autocensura digna del Mercurio setentero. Durante la entrevista realizada al candidato progresista Marco Enríquez-Ominami, -del cual soy su jefe de campaña-, este interpeló al diario por una publicación, hecha meses atrás, de un artículo malintencionado y mentiroso, sobre la nueva casa adquirida por Karen Doggenweiler, basado en una publicación de El Dínamo, -ese sí financiado por SQM-, cargado de caricaturas y datos falsos, que instalaban la idea de un candidato excéntrico y corrupto.

Durante el proceso de definición de la entrevista se acordó que la misma sería publicada en su totalidad, sin edición. Una vez culminada, el compromiso fue reafirmado personalmente por la entrevistadora y directora. Sin embargo, sabía que mentía nuevamente.

Lo sabía al ver su reacción durante la entrevista, negando que el reportaje sobre la supuesta casa de Marco, se hubiese publicado en El Desconcierto. En el momento en que el candidato le recordó a Quiroga que su diario había atropellado todo lo que se aprende en el curso de periodismo, -ni qué decir del sentido común ciudadano-, busqué rápidamente en mi celular la publicación del artículo con el contenido falso, con el que Marco pudo exhibir la verdad.

Marco pidió frente a las cámaras que Francisca Quiroga se disculpara a nombre de El Desconcierto, como un gesto de humildad y de respeto a la verdad. Francisca muy avergonzada dijo que en realidad no era un reportaje de El Desconcierto, y que se trataba de una reproducción de una publicación realizada por otro medio, intentando desligar al diario de su responsabilidad. Inaceptable.

“Creo que hay imprecisiones en esa nota (…) creo que, en la vorágine de la producción del contenido del diario, esa nota aparecía muy asertiva. Efectivamente tuvimos que haberte llamado y eso fue un error (…)”, fueron algunas de las excusas –no disculpas- manifestadas por Quiroga por cerca de 3 minutos, que quedaron registradas en la grabación de la entrevista.

Como si no bastara la desfachatez del medio fundado por un miembro del comando de campaña de Beatriz Sánchez, candidata del Frente Amplio a la Presidencia de la República, y contendora de Marco Enríquez-Ominami, el tramo donde queda al desnudo la mala fe y sesgo político de El Desconcierto, fue retirado de la publicación.

Y con un acto casi de cinismo, añadieron un párrafo en el viejo artículo sobre la casa: “Esta nota fue modificada posterior a su publicación tras pedido del comando presidencial de Marco Enríquez-Ominami, precisando que la dueña de la casa es Karen Doggenweiler.” En una actitud machista e infantil, lo que no dice El Desconcierto es que Marco y Karen están casados con separación de bienes, es decir, que la casa es propiedad de ella. En ningún momento el “comando presidencial” pidió esclarecer eso. Fue el mismísimo candidato frente a cámaras desconcertadas el que reveló la mentira.

Fueron tres las distintas excusas que se dieron desde El Desconcierto para no publicar el video completo: “nadie lo solicitó”, “es mejor dejar un “patrón”, “el editor de video no trabaja los viernes”, y después, “es muy extenso”.

El Desconcierto es un medio digital de mala calidad, parcializado, mentiroso, cobarde, que actúa para atender los intereses de un sector de la política chilena. Actualmente, ni siquiera tiene a un periodista en su directorio. En el portal web del diario aún reposa un escrito de su ex director, quien se fue a trabajar de cuerpo y alma en la campaña de Beatriz Sánchez, en el que afirman ser “un medio de comunicación digital que guarda una distancia crítica de los poderes económicos y políticos y se inscribe de forma amplia en el malestar social y las voluntades emancipadoras y de transformación de la sociedad, pero no adscribe a ninguna identidad política específica y se declara libre de toda pertenencia a partidos o movimientos”.

Es parte de la lucha diaria de Marco Enríquez-Ominami demostrar cómo algunos medios de comunicación, que en realidad son empresas de comunicación, actúan con una doble agenda, afectando directamente el ejercicio de la democracia. Por eso insistimos, ahora de manera pública, en que se publique íntegramente el video de la entrevista realizada a Marco. La democracia, la izquierda y el buen periodismo, lo agradecen.

Amauri Chamorro

Jefe de campaña de Marco Enríquez-Ominami

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