Acerca del farma cartel

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Alicia Gariazzo
En el acelerado proceso de concentración monopólica que se vive en el mundo, se destaca la industria farmacéutica que se ha transformado en un pequeño grupo de compañías que concentra un poder incalculable, actúa como cartel, presionando a Gobiernos y empresas, y con sus acciones podría dar clases a los cartels de las drogas ilegales.

La industria se ha alejado de la salud de los más débiles, pese a que se autodefine guiada por una “responsabilidad social corporativa” y se ha concentrado en la salud de sus accionistas. Esta actitud es común a todas las empresas multinacionales por la crisis de rentabilidad que comenzaron a vivir en los años 80, pero en el caso de esta industria, se intensifica por el vencimiento de patentes y el alto costo que debe enfrentar ante los juicios que pierde y enfrenta anualmente, sea por los efectos secundarios de sus medicamentos, sus prácticas monopólicas o sus errores médicos. Al mismo tiempo, sufre la crisis estructural de la industria, proveniente del descubrimiento del genoma humano que está cambiando totalmente la concepción de la medicina y, por tanto de la farmacéutica y que, en un plazo no muy lejano, significará que cada persona deberá usar un medicamento específico correspondiente a su genética individual.

Esta situación ha estimulado las prácticas monopólicas de la industria, sus fusiones, la concertación de precios y la multiplicidad de experimentos, incluso en humanos, para patentar nuevas marcas o nuevas líneas de producción más modernas como la semilla transgénica y otras. Es así que la fusión de Sanofi- Synthelabo con Aventis, los sitúa en el tercer lugar de la farmacéutica del mundo, después de la empresa norteamericana Pfizer y de la británica GlaxoSmithKline, ambas producto de previas fusiones.

Es de imaginar el poder de estas compañías y es aterrador saber que hemos depositado en sus manos nuestra salud, y, más aún, los chilenos, sin protección, ni información de las autoridades de salud y con una casi nula información de los grandes medios de comunicación nacionales.

Muy someramente, nos enteramos, que el 8 de octubre del 2003, murió un bebé en Chile de tres meses por un experimento de la Compañía Farmacéutica GLAXOSMITHKLINE, GSK, con la vacuna rotavirus. Nuestro Ministerio de Salud dictaminó que se debía seguir con los experimentos.

En junio, 2003 los medios de comunicación internacionales comentaban que miles de hemofílicos se habían querellado contra las empresas Bayer, Baxter Healthcare, Armour Pharmaceutical y Alpha Therapeutic por vender medicinas fabricadas con sangre contaminada y haber sido expuestos a contraer SIDA o Hepatitis B. Estas empresas, habían actuado como cartel impidiendo en forma conjunta, entre 1982 y 1985, el rechazo a estas medicinas y omitieron cualquier referencia a los riesgos de contagio. La denuncia añadía que estas empresas continuaron vendiendo la droga en Asia y América Latina aún después de que ésta se retiró del mercado norteamericano. En Hong Kong y Taiwan, más de 100 de estos enfermos contrajeron el VIH tras usar el medicamento, pero no se sabe cuántos lo hicieron en Argentina, Japón, Indonesia, Singapur y Malasia, países donde se vendió incluso después de que la nueva versión estaba disponible. Según documentos internos de la empresa Cutter Biological, se continuó vendiendo el medicamento en esas naciones para evitar quedarse con grandes reservas de la versión vieja, de las que era cada vez más difícil deshacerse en Europa y Estados Unidos. En Chile, El Mercurio se refirió al tema en forma sigilosa y la televisión obvió la noticia. Sólo El Periodista expuso el hecho, pero en general, algo tan grave pasó desapercibido. Al parecer no existe el medio que no se rinda ante un cañonazo de publicidad millonaria.

Pero, felizmente existe el Internet y podemos enterarnos de algo de lo que ocurre y podemos comprobar, que pese a las presiones de las multinacionales, en el Primer Mundo hay más protección ciudadana y, aunque sea mínimamente, se trata de imponer algún control sobre este poder casi omnímodo.

En julio 2001, la Asociación Americana de Endocrinología había obligado a GSK a retirar, por sus efectos secundarios, el avantia, en 2000 el troglitazone o rezulin por tóxico y en diciembre de 1999 el FDA les prohibió la comercialización en Estados Unidos del roviglitazone (Avandia) y el pioglitazone. En enero del 2002, la GLAXO fue acusada por la Agencia para el Control de Medicamentos de Gran Bretaña, de haber causado 57 muertes con el fármaco bupropión, comercializado en España como zintabac, antidepresivo para dejar de fumar que causa efectos secundarios. También, en octubre de 2002, fue acusada de haber violado tres cláusulas del Código de Comercio por publicidad engañosa y falta de información por la PMCOPA (Prescription Medicines Code of Practice Authority) de ese país, en relación a la promoción del fármaco llamado Paroxetina, Seroxat o Plaxil.

Los últimos numeritos de la GSK se han concentrado en:

1. Presiones al alza de precios en EEUU lo que le ha valido una acusación del Estado de Nueva York, que se unió a otros 6 estados norteamericanos embarcados en la misma demanda. Se le acusa, de pagar a médicos y farmacéuticos para que elijan su marca. En febrero del 2004 tuvo que pagar 147 millones de euros por violación al reglamento antimonopolio norteamericano al comercializar el antiinflamatorio Relafén. También perdió el litigio en EEUU de cobrar por la patente del Paxil que ya pasó a ser genérico.

2. El 5 de abril del 2004, The Observer informó que la Glaxosmithkline hizo experimentos de drogas contra el SIDA en bebés huérfanos menores de tres meses en un Centro para niños infectados en Nueva York. Cuatro de los experimentos fueron en niños hispanos y de color.

3. La autoridad británica que controla el uso de medicamentos prohibió el uso antidepresivos inhibidores selectivos de la serotonina en menores de 18 como el Paxil producido por la GLAXO. Estos medicamentos que reciben distintos nombres como Prozac, Paroxetina, Paxil en EEUU, Seroxat en Gran Bretaña incentivan el suicidio en los niños menores de 18 años que los consumen, según se comprobó en 12 experimentos. Lo peor, informa la prensa internacional, fue que la empresa conocía esta situación y siguió comercializando el medicamento. Esta noticia no se ha comentado en Chile.

La GSK ya se había destacado públicamente, como otras multinacionales farmacéuticas, por sus experimentos en África y por su lucha por impedir la comercialización de alimentos genéricos en países africanos, especialmente aquéllos que combaten el SIDA, porque es dueña de las patentes de medicamentos anti SIDA en Sudáfrica como el AZT llamado Retrovir, el Lamivudine llamado 3TC y el AZT/Lamivudine llamado Combivir. Por ello, y sus acciones en materia de defensa de las patentes de sus medicamentos, ha sido llamada por sectores alternativos del Primer Mundo como GLOBAL SERIAL KILLERS (GSK).

Luego de que Chile firmara el TLC con EEUU los precios de los medicamentos son 10 y 20 veces más caros que en resto de América Latina, la batalla por la venta de medicamentos genéricos ha sido dura y la industria farmacéutica nacional concentrada en tres o cuatro cadenas lleva a cabo toda suerte de colusiones y esquemas siniestros para aumentar rentabilidades, como ofrecer medicamentos a crédito con altas tasas de interés. Incluso estas instituciones supuestamente preocupadas por nuestra salud ofrecen avances en efectivo, especialmente a los clientes de mayor edad.

En verdad, la industria farmacéutica puede dar clases a nuestros narcotraficantes.

 

 

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