Entrevista a Marco en diario República de Uruguay: "La derecha quiere demoler los liderazgos progresistas"

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Político y cineasta, fundó el Partido Progresista y es hijo del cofundador y secretario general del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), el ya fallecido médico, Miguel Enríquez.

A los 42 años es una prominente figura de la izquierda chilena y aprovechó su presencia en Uruguay para proponer desde aquí a su sector político, “una gran primaria, para no ir siempre fragmentados”. “Proponerlo desde Uruguay tiene un valor especial, porque aquí existe el Frente Amplio con tres períodos de gobierno”, señaló a LA REPÚBLICA.

Durante la entrevista ahondó en los grandes temas que hoy debate el progresismo latinoamericano y señaló como el gran desafío para los gobiernos de izquierda, reencontrarse con la clase media. “Sacamos de la pobreza a la gente y empezamos a despreciar los problemas de las capas medias”, afirmó.

¿Es complicado el momento actual del progresismo?

Soy más bien optimista. Objetivamente hay un problema, es cierto. El resultado de Evo y Sciolli marcan el fin de un ciclo.

Hay cosas que ya no se van a repetir: gobiernos progresistas en toda la región; crecimiento promedio de 4 puntos; fuerte desendeudamiento; reducción de la pobreza acelerada; tasas de inflación promedios.

Hay que aceptar que fue una gran década, pero se acabó.

¿Faltaron algunos logros?

Y sí, hubo cosas que faltaron. Los sistemas políticos no los reformamos y tenemos democracias frágiles, como es el caso de Venezuela, con sistemas políticos complicados.

¿El terreno es más fértil para las propuestas conservadoras?

Ser progresista es más difícil que ser conservador, porque a nosotros no nos da lo mismo cómo se logra la felicidad.

Para ellos da lo mismo quien te eduque, sea público o privado. Da lo mismo quien te opere, da lo mismo que los parques sean públicos o privados. Para ellos lo que importa es llegar. Nosotros decimos, no da lo mismo el camino que se use.

Además, ellos están mintiendo en algo. Dicen que lo harían mejor que nuestros gobiernos, pero lo que no dicen es que todas sus economías están jugando sobre deudas. Están hiperendeudadas.

¿Cuál es la solución de Macri? Deuda. Miren la creatividad de la derecha, ellos gobiernan con deudas.

¿Son todos iguales?

Sería injusto decir que ser derechista es ser gorila. Pero miremos quiénes los acompañan. Pasó en el gobierno de Piñera. Llegó diciendo que él superaba la figura de Pinochet y sin embargo lo defendió cuando fue arrestado en Londres. Y nombró un embajador en Argentina que al mes dijo que la dictadura no era tan verdad.

Le pasó también a Macri, cuyo viceministro de Cultura puso en duda los problemas de los desaparecidos. ¿Le suena parecido? Son ceocracias, no democracias. Son razas de gerentes.

¿Pero hay un cambio en la derecha?

Hay una ofensiva, porque se cansaron de perder elecciones. Hace un mes decían que en Venezuela no había democracia, los chavistas perdieron y hoy tienen la Asamblea en contra. Pero nadie de la derecha reconoció que entonces sí había democracia.

Hay una estrategia de crispar, de tensionar, de demoler los liderazgos progresistas.

¿Cuál es la autocrítica de la izquierda?

Debemos ser más autocríticos, es cierto. Nos volvemos conservadores si nos limitamos a defender lo que ya está hecho y nos referimos permanentemente a lo que hicimos en la década pasada. La defensa de la obra es un argumento conservador.

Y otro problema es el talento del progresismo latinoamericano para pelearse con la clase media. Sacamos de la pobreza a la gente y la empezamos a desconocer y a despreciar los problemas de las capas medias.

¿Pasó también en Chile?

Chile pasó de un 43% de pobreza a un 13%. Ese 30% de personas no se fueron al Caribe, viven en Chile, pero pasaron a tener problemas distintos. Quieren tener la certeza de no tener que regresar a su condición más vulnerable. Y no por ello hay que llamarlos consumistas aspiracionales y despreciarlos. Hay que llevarles un mensaje.

Creo que la elección argentina se jugó en eso, en la incapacidad de un sector de liderazgo de hablarle a las capas medias. El desafío del progresismo es encontrarse con las capas medias y entender sus problemas.

No es ser traidor a la patria preocuparse por el dólar y querer viajar.

¿La derecha supo captar ese mensaje?

Las respuestas de la derecha son las mismas que en los 90. Ajustes fiscales y endeudamiento. ¿Qué diferencias tienen las propuestas de Macri con las de Menem, Collor de Melo o Sánchez de Lozada? Para la derecha si pudiéramos tener un loft con todos los funcionarios públicos en 30 metros cuadrados, sería un mundo ideal.

¿Cree que los gobiernos progresistas ya entendieron el problema?

Recién lo estamos advirtiendo. El resultado en Argentina, en Venezuela, en Bolivia, lo que pasa con Bachelet está empezando a sacudir. No he gobernado nunca pero me siento parte del desafío del progresismo. Ese es mi domicilio. No creo en la felicidad a cualquier costa.

¿Cómo está la izquierda chilena?

Estoy proponiendo para mi sector una gran primaria, porque si no vamos a ir siempre fragmentados. Proponerlo desde Uruguay tiene un valor especial porque aquí existe el Frente Amplio, con tres períodos de gobierno. Hace siete años que vengo pidiendo una primaria para todos los cargos y hasta ahora no hemos hecho ninguna. La primaria es un debate democrático que nos puede unir. Lo conversé con Mujica por su preocupación por la izquierda chilena.

¿Por qué no lograron unirse?

Hay que pregutárselo a ellos. ¿Miedo a la competencia? ¿Desprecio por una voz diferente? No todos piensan así, son algunos sectores los que bloquean.

Hago un llamado desde aquí para que hagamos una gran coalición de centro izquierda.

¿Cuáles son hoy los problemas centrales de Chile?

El problema de Chile no es solo su economía. La economía se comió al derecho, se comió la educación, el medio ambiente. Chile es la Corea del Norte del capitalismo, ahí la economía devoró todo. Devoró hasta el derecho a la información porque los bancos tienen canales de televisión.

El desafío de Chile es construir una vía pública que no se pelee con la privada. Tiene que haber educación pública, transporte público, salud pública. En Chile no tenemos educación pública superior gratuita. Cómo explicarle esto a un uruguayo.

Hoy se están investigando en Chile los aportes empresarios a los partidos políticos.

Es un tema complejo. Hay que distinguir, no es lo mismo quien usa el dinero y se lo roba. En Chile hay una gama de acusaciones. Es un tema complejo y requiere sobre todo actuar de frente. Yo soy de los que cree que el gran drama de América Latina es el financiamiento de la política. He legislado sobre eso. Tenemos un gran problema con la publicidad callejera y con los medios de comunicación. Creo que es fundamental preguntarnos si se trata de un financiamiento a la democracia, a la política o una compra de conciencia.

Lo que está en tela de juicio, y me parece fundamental, es si algún político actuó legislativamente a favor de una empresa si es que recibió dinero. Nosotros como proyecto, y lo voy a decir de frente, jamás ninguna de nuestras propuestas ha estado sometida a ese desafío. Hemos sido brutalmente transparentes en eso. 

Fuente: Diario República de Uruguay

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