Transformemos la ambigüedad del “Proceso Constituyente” en una oportunidad para Chile

Las medidas anunciadas por la Presidenta en la última cadena nacional evidencian un importante esfuerzo para superar la crisis en la que nos encontramos. Muchas de las cuales, dicho sea de paso, hemos propuesto y empujado antes de lo acontecido.

Considerando que un 77% asevera que Chile necesita una Nueva Constitución (CADEM), una de las más sustanciales fue la de iniciar un Proceso Constituyente. Sin embargo, un grandilocuente enunciado no garantiza buenos resultados. Por lo que es crucial trasformar la ambigüedad del anuncio en una oportunidad para Chile, con el fin de que este crucial proceso se condiga con las expectativas exhibidas por nuestros compatriotas. Para ello es necesario esclarecer lo siguiente:

1) Los políticos deben comprender que para restablecer las confianzas, es necesario primero que estos confíen en la ciudadanía. 2) Debemos convenir en que el Poder Constituyente radica en la sociedad civil, por lo que no es correcto que esta sea considerada sólo mediante consultas no vinculantes. 3) La constitución del 80, al estar redactada en dictadura, no desarrolló un vínculo óptimo entre ciudadanía, normas e institucionalidad, por lo que debemos aprovechar ésta oportunidad para lograr que la sociedad civil se afiance con sus instituciones y se apropie de los asuntos que la atañen (esto requiere la mayor participación posible).

En virtud de lo expuesto, creemos que la Presidenta debe dejar en manos de la ciudadanía la definición sobre la forma en cómo se redactará la Nueva Constitución, es decir, si mediante expertos (como en 1980), las cámaras (entre parlamentarios cuestionados) o la ciudadanía (AC). Para ello proponemos una reforma constitucional que permita llamar a un plebiscito, por el cual los chilenos(as) puedan decidir la mejor forma para elaborar su Constitución.

No nos cabe la menor duda que, bajo este ejercicio democrático, superaremos lo acontecido, ya que la crisis de las instituciones se resuelve con más democracia y la crisis de la política, con más y mejor política. Por parte del progresismo la posición es clara, aunque no queremos imponerla (de ahí la necesidad del plebiscito): Chile requiere y merece una Asamblea Constituyente.

Fuente: Diario el Día

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